
En medio de una de las etapas más oscuras de la humanidad, durante la pandemia, descubrí una luz especial: la fidelidad silenciosa de María. Fue en ese tiempo, mientras participaba en rosarios virtuales todos los días desde mi estudio casero en la República Dominicana, que comencé a ver con otros ojos a la Madre de Jesús.
Cada misterio del Rosario me permitía acompañarla: desde el anuncio del ángel hasta ese momento indescriptible al pie de la cruz. Pensaba: “¿Qué madre está preparada para entregar a su hijo así? ¿Para verlo morir y no soltarlo de su mirada ni un instante?” Solo una mujer llena de gracia, de fe, y de una obediencia tan profunda que trasciende el dolor humano.
De ese encuentro espiritual surgió una de mis canciones más personales: “Llena de Gracia”, una meditación musical sobre el corazón humano y divino de María.
“Y verlo venir, y dejarlo ir.
Eres obediente, Madre, de principio a fin…”
Con esta canción quise honrar no solo a la Virgen gloriosa, sino también a esa María profundamente humana, que lloró, esperó, creyó y siguió caminando con Jesús incluso cuando todo parecía perdido.
En este mes en que celebramos el Inmaculado Corazón de María, quiero invitarte a detenerte un momento y mirar a María con el corazón: verla no solo como Reina del Cielo, sino como Madre del silencio, del dolor y de la esperanza.
Entrada #3 del blog